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Rammsés Moctezuma
Cuentero invitado
Rammsés Moctezuma
Cuentero invitado
Rammsés Moctezuma
Cuentero invitado
Cuentacho U.N. 24 de enero
Bloque 44, El Ágora
Rammsés Moctezuma
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Cuentacho U.N. 24 de enero
Cuentero invitado
Cuentacho U.N. 24 de enero
Rammsés Moctezuma

Eran la 5:30 p.m. y todavía faltaba un cuentero por presentarse en el tradicional Cuentacho U.N. ¿Quién será el invitado? ¿Qué tan mexicano será? ¿Qué historias traerá? ¿Será divertido? esas eran algunas de las preguntas que paseaban en mi mente minutos antes de conocer al cuentero y narrador oral Rammsés Moctezuma.

Este cuentero colombo mexicano llegó a Colombia hace 20 años, a pesar de todo este tiempo sigue conservando su tradición mexicana y lo demuestra cada instante con sus cómicas historias o palabras típicas de su región.

Rammsés es Comunicador Social de la Universidad Javeriana, fotógrafo profesional y cuentero por pasión. Fue víctima de las etiquetas o comentarios familiares frente a los estigmas de las carreras relacionadas con el arte, él deseaba estudiar Arte Dramático. La frase “estudie algo que dé dinero, el teatro es un hobby” contagió su mente y terminó renunciando a su sueño.

Este apasionado de la narración oral conoció a los cuenteros y dice textualmente “mandé todo a la chingada y comencé a estudiar lo que creía que era lo más cercano: Comunicación Social”. Gracias a la cuentera Hanna Cuenca y su paso por la universidad, quien motivó y llevó a nuestro invitado por los caminos de la narración, hoy podemos conversar con él un poco sobre su vida y la historia de la cuentería:

Sección de Cultura: ¿Qué te ha gustado de la cuentería colombiana?

Rammsés Moctezuma: Yo empecé aquí como cuentero, entonces soy más cuentero colombiano a pesar de ser mexicano. Conocí la cuentería mexicana mucho tiempo después con cuenteros que venían de México, cuando yo mismo me devolví a México a contar me di cuenta de la gran diferencia que hay con la cuentería mexicana (por lo menos con la tradición) existe cierto límites, como etiquetas de las cuales no te sales, por ejemplo, la tradición oral en México siempre ha sido algo muy fuerte, tanto así que todavía sobrevive a pesar de los muchos años que han pasado y muchas etnias todavía hablan su idioma. Hay 78 lenguas establecidas, nativas en todo el territorio de la República Mexicana, lenguas que todavía se hablan en sus comunidades y se usan, eso solo es posible porque hay una tradición oral, una tradición que todavía se cuenta, se vive y se siente.

Se le tiene tanto respeto que hay un nacionalismo casi fanático de sentir mucho orgullo por lo nuestro, ese respeto se transfiere a las artes; personas que rompen con los iconos artísticos tradicionales son herejes. Yo descubrí en la narración oral una forma de poder contar la tradición sin ser tan ladrilluda, si no que fuera algo más bien agradable, comencé acercarme al clown desde mucho tiempo atrás y a modificar mucho de la tradición oral, hacerla mucho más graciosa, no porque quisiera ser cómico si no que salía más bien espontáneo, esto en México sería hereje, en cambio en Colombia esto es maravilloso, por lo menos a mí, me parece muy bonito porque los mensajes o las formas se acaban si no varían.

Colombia es como la meca de la cuentería, es el país donde hay más cuenteros en el mundo y el lugar donde se realizan más festivales de cuentería en el mundo; entonces la competencia es brutal y en lugares como Bogotá donde la competencia es todavía más brutal se convierte en un tema de supervivencia, por ende, la gente se va preparando constantemente, si no eres vigente no entras al mercado y si no entras al mercado pues no vives wey. Es como vivir en una jungla luchando constantemente por tu supervivencia y eso hace que quienes sobrevivimos a ellos seamos unos duros.

En todos los festivales del mundo siempre llevan a un colombiano porque todos los colombianos "la rompen", aunque se quejan del colombiano porque se enamora de la palabra, les dicen 10 minutos y se demoran media hora, esto pasa porque los cuenteros de otros países son muy estructurados y conservadores. Muchas veces es envidia, como cuentero colombo mexicano puedo decir que el público siempre está allí y quiere más de ti y eso lo hacemos muy bien, somos especialistas en enamorar públicos. En ningún otro lugar hubiese podido hacer escuela de cuentería que no fuera aquí, en Colombia.

S.C: ¿Cómo ve la perspectiva de la cuentería en las universidades?

R.M: A diferencia de otros países la cuentería colombiana no es un movimiento de cuentería infantil, no es apoyo a la lectura, es un movimiento que nació en las universidades y fue una alternativa al teatro; poca gente iba al teatro porque no entendía lo que ocurría o no se sentían muy conectados, pero sí mucha gente iba a ver a los cuenteros porque eran más cercanos, eran universitarios, de hecho la cuentería en Colombia nace en Bogotá en la Universidad Javeriana hace 32 años con un espacio que todavía se mantiene, "Miércoles del Cuento".

Lo importante de las universidades para el movimiento de la cuentería, es que primero crea público y segundo la mantiene en otro nivel mucho más importante, en ningún otro país crean tantos montajes como en Colombia porque entendemos la importancia de un show, nos encargamos de pensar en luces, escenografía, en cómo nos paramos en escena, entre otros temas importantes, sabemos que nuestro público es un público elevado, tal como lo es un universitario.

Por eso la importancia de la universidad, porque allí es donde nace la cuentería y donde tiene su nicho más fuerte, en la universidad es donde se piensa y se rompen los planteamientos de la sociedad y la cuentería llega a hablar un sobre eso. A diferencia del teatro la cuentería es un arte vivo, que presenta al cuentero no como un actor o como alguien que está representando un papel, si no como a él mismo que está representando una realidad que quiere ser contada porque él la siente y la vive, es la realidad de lo que ve. Para nosotros la universidad es una microsociedad y nos alimentamos de ella.

S.C: ¿Qué deberían innovar las universidades respecto a la cuentería?

R.M: Cada universidad debería innovar dependiendo de lo que exija cada comunidad universitaria. El arte no se puede medir, no es algo cuantificable si no cualificable, entonces hablamos de calidad y no de cantidad y muchas veces los procesos de grupos artísticos no se les brindan la confianza necesaria porque no tienen la masividad que otros procesos tienen, eso lo deberían pensar todas las universidades y no solo desde la cuentería. No más ahora vemos con la economía naranja, donde predomina la propiedad intelectual y las actividades artísticas de gran formato.

Escuchar cuentos e ir al teatro involucra cierto grado de atención, que en este momento histórico por cómo se construye nuestra sociedad es un grado de atención cada vez que tenemos menos, cada vez tenemos menos paciencia para tolerar las cosas. Sentarse a escuchar un cuento es un momento de total contemplación, es no hacer nada en una hora, esa es la gran resistencia que tenemos que hacer todos los artistas escénicos y es la misma resistencia que deben hacer todas las universidades, pues no se trata de la cantidad de “Me gustas”.

Los estudiantes de todas las universidades manejan un nivel de presión absurdo, desde cómo te ven, como te vistes a como tienen que responder académicamente, son demasiadas presiones y cada vez hay menos lugares donde ellos pueden librar esas presiones, muchos de los grupos culturales se convierten en una presión más; los de danza se convierte en quien baila mejor que el otro, todo se vuelve una competencia. En el teatro y en la cuentería nadie es mejor que nadie, todos lo hacemos bien, lo importante es que tú seas capaz de hacerlo y cuando la gente se enfrenta a eso es como si las puertas que siempre estuvieron cerradas se abrieran por fin y eso es maravilloso.

Las artes que no son solo físicas sino emocionales es la única cura que tiene una universidad para enfrentar la presión social, aunque eso no lo ve Bienestar Universitario, solo ven números, por ejemplo: un grupo no tiene más de diez integrantes, entonces dicen que no es tan efectivo y lo eliminan de la programación cultural. Eso deberían cambiar todas las universidades.